viernes, 23 de marzo de 2012

LA VÍBORA Y EL ZORRO

CUENTO CORTO

La arena quemaba y el ardiente sol abrazaba a toda criatura viviente en el desierto.

La víbora - repugnante y ponzoñoso reptil vípera -, oculta en su hábitat se guarece del inclemente calor. No bebe, sólo espera a un roedor incauto que, por hambre y sed, salga de su escondite para hacer de él su festín.

El zorro, que no está en su terruño, está oculto en la madriguera. Espera la noche para campear. Pero como lleva tanto tiempo en la arena se ha metamorfeado y es un experto - además de astuto y taimado -, zorro de la pampa. Ambos se encontraron   un día. Ella, quería hacer de él una víctima más y él con su astucia la quería someter para sus fines. Mucho tiempo anduvieron juntos en pos de su propósito - ninguno cejó en su afán y así se acercaron tanto que llegaron casi a convivir hasta que unidos,  recorrieron la pampa del arenal orgullosos de su dominio y de lo que podían conseguir. Difícil, ambos se necesitaban, sólo debían dirimir la supremacía del uno sobre el otro.

En su andar comprobaron que juntos podían conseguir todo en el arenal a donde llegaban cada día más incautos.

Otras alimañas trataron de romper tan peligrosa unión, pues al fin y al cabo el propósito de adquirir la hegemonía de la pampa, era ambición de todos por los frutos que prometía la hacienda.

Un día, en el momento que el zorro dormía al calor del sol, la traicionera víbora dio un inesperado mordisco y venció a las alimañas obteniendo el poder absoluto del desierto.

Ella, posesionada del dominio de la pampa del arenal, pensó en lo fructífero que era su nueva situación en la cúspide. Pero - se dijo -, sola no puedo con todo, con ayuda leal y sometida obtendré todo para mis fines.

Entonces, pensó en el ladino zorro, quien por un poco de algo se sometía a todo.

Así es como, desde aquel día, se ve a la venenosa sierpe serpenteando muy junto al zorro de la pampa. Son un equipo y un tremendo peligro para los habitantes - ya innumerables -, que habitan el arenal. El acorrala a la víctima hasta ponerla al alcance de ella que, complacida, clava su ponzoña. Lo atractivo de sus escamas rojas y negras engaña al más fiero.

Así que si vas al arenal, camina con cuidado. No te dejes cautivar por el ladino zorro, no te engañe su apariencia al fiel amigo del hombre. Cuídate de la víbora, sus colores son sebo para atraer incautos. Su cabeza en forma de corazón no lleva amor sino, que en los colmillos esconde el letal mensaje de su ponzoña.
 

AUTOR: NELSON GUANILO
ESCRITOR CHALACO

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