No es nuevo el desconocimiento
del derecho a la vida, a la propiedad y menos a los intereses del pueblo.
Cada cierto tiempo los que
ostentan el poder a capricho y gusto, expresan sus sentimientos más profundos y
cavernícolas, fascistas, que sin respeto a los ciudadanos, a rajatabla lapidan
y desconocen derechos de quienes han heredado por generaciones una posición,
una ubicación en nuestro país, para amenazarlos, sentenciarlos, que no tienen
derecho alguno “porque yo lo digo” los pretextos son innumerables, pero prima
mi poder y mi antojo.
Sucede con los muertos y los viv os de hoy y de ayer, se destruyen los nichos y entierros, no se respeta la historia, se comercializan las osamentas o se queman en nombre del urbanismo y otros intereses “dicen”.
Hoy se desconoce el derecho del morador al sub suelo sin reglamento alguno, así se posea este bien por cientos de años.
Todo esto viene creando un sentimiento de inseguridad y extremo resentimiento, que el poder por más amañando que esté puede cambiar de curso, sino hagamos un viaje al pasado y preguntémosle a María Antonieta y su guillotina o a Catalina Medici y sus artes criminales políticas.
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