************************************************
DEL 13 AL 15 DE ENERO DE 1881
EVOCACIÓN Y CRÍTICA
RICARDO
PÉREZ TORRES LLOSA
CALLAO
2017
************************************************
Editorial : “Documental”
PRESENTACIÓN
Es importante resaltar los grandes
hechos históricos del Perú para que no decaiga el orgullo ni la identidad.
Esta obra que presentamos es un
aporte precisamente a lo que apunto.
La investigación del respetable
literato, periodista e historiador don Ricardo Pérez Torres Llosa, distinguido
exalumno Sancarlino de la generación del 60, nos permite conocer lo que pasó
los días 13 y 15 de enero de 1881, aquellas batallas que tuvieron lugar para la
defensa de Lima, en las que participaron mayoritariamente los civiles de todas
las clases sociales, los escolares guadalupanos y sancarlinos, sin soslayar a
los bravos chalacos, a sus dosdemayinos y bomberos, etc.
Lamentablemente las traiciones, la
falta de una previsión política – militar, etc., llevaron a la derrota.
Esté opúsculo, bien redactado, con
el estilo que distingue al autor, hace precisar lo ocurrido en San Juan y
Miraflores, donde la chilenada cometió el peor de los crímenes bélicos, el
llamado “repase”, hecho sin nombre ni aceptación. Por eso está aún abierta la
herida, además lo de 1879 fue una guerra
de conquista, debiéndose devolver Arica y Tarapacá, todo su litoral a Bolivia,
derechos que la ONU sustenta mediante resoluciones diversas.
Y
hace bien la Sociedad de Beneficencia Pública del Callao en organizar cada año
el homenaje, al lado de otras entidades patrióticas del puerto, a estas
batallas en la que pelearon los chalacos ocupando las primeras trincheras.
De
haber estado bien preparado el Perú, no ganaba Chile, tampoco su patrón
Inglaterra. Además no teníamos nada que ver con esa guerra. Todo fue preparado
por lo bajo. He ahí la razón, el porqué del 79, la ocupación de la capital de
1881 a 1884, no del ande donde se fajó heroicamente el gran Cáceres.
Un
honor ser el presentador de este joyel bibliográfico de primera clase. Leerlo,
conservarlo, difundirlo.
Callao,
Enero de 2017
Lic.
José Luis Velásquez Pérez Salmón
Ex
funcionario del Banco Central de Reserv
Socio
de Cordic – Siglo XXI
Como apunta Lucas, el evangelista: “Y aconteció”….
A lo largo de los tiempos tenemos
aceptables actos públicos que por su contenido, trascendencia, significado, más
que por la grandiosidad, la magnificencia, el vuelo, que los engloba, merecen
relievarse porque conducen al reconocimiento de la justicia, a la exaltación de
los valores nacionales, los cuales
afirman el sentimiento patriótico, la seriedad de hechos levantadores de
ideales, el perfil de cuadros decentes, vale decir, las personajes reales.
El acto anual en homenaje a las
fechas históricas de enero de 1881, de hecho un acto cívico – patriótico, es
eso: Compromiso, identificación, reflexión crítica y glorificación.
Por lo tanto, el pueblo que honra a
sus héroes, los verdaderos, significa dicho gesto que se honra a si mismo;
ahora bien, la entidad que rinda ceremonias de exaltamientos demuestra saber
interpretar el sentimiento de los pueblos que buscan glorificar el altar de la
patria, permitiendo además que el pasado se conserve en la memoria del presente
hacia el futuro evaluador.
Cierto, el 79 no nos dio la
victoria, sin embargo nos entregó héroes, mártires, como ejemplo de pundonor.
Ganamos pues los olivos de la lucha moral, más fuerte que la física, polvo
tragado por los vientos cuando carece del credo justo, hecho sobre la base del
instinto.
Indiscutiblemente se combate por la patria agredida porque hay un
deber de conciencia, máxima si las causas para concretarlo son válidas.
Tuvimos derrotas, el enemigo contaba con lanchas para desembarcar
tropas, tuvo fusiles último modelo, habíase armado desde antes de la
difidación, etc.; pero el espíritu de la
hombría nos hizo ganar laureles, tenemos v.gr. la batalla de Anchi en San Mateo
el 20.01.1881, un desagravio a San Juan
y Miraflores, porque los nuestros al mando de José G. Espanda derrotaron al
agresor del sur, suceso a la altura de Iquique, Tarapacá, la Breña.
Decía Bergson, autor de “La Energía Vital”, “El tiempo y la voluntad
libre”, acerca del espíritu, considerándolo “instrumento de acción creado por
la vida”, indicando también que la intuición percibe el élan vitalista en el
corazón de la realidad.
Partiendo de esos juicios, ciertamente idealistas, el Perú los
concretó batallando con ardor, o sea, va a impedir el mancillamiento del honor
nacional, incluso lo personal y familiar.
Recuérdese el modo como el Batallón Callao pudo abrirse paso en
Surco, a bayoneta calada, sin bajar la fuerza del espíritu vital. Antes lo
había ejecutado el 11.01.1797 Napoleón en la batalla de aquella aldea veneciana
cerca de Verona, Rivoli, contra los austriacos de José Alvintzi von Barberek,
venciendo la resistencia de Mantua para llegar a Viena.
Cabe aseverar que los del Perú no fueron “Héroes de Arrabal”, lo son
los del film exhibido hacia 1941 en el “Splendid” de La Victoria con Víctor Mac Langlen. Una
película, nada más.
Dos personajes aún no llegando a la adultez personifican a todos los
de su edad que ganaron la inmortalidad. Ofrecieron su preciosa vida por la cuna
que los meció al nacer. “Beau Geste” las de estos buenos muchachos, a quienes
el sino les tenía marcado otro curso de latencia.
Los citamos: el chalaco Manuel Fernando Bonilla E., a quien el
15.01.1941 rindieron homenaje por vez primera en el Dispensario de Niños N° 1
de la Av. Buenos Aires 1015, Callao, sujetándose ese acto a la Resolución
firmada por Carvallo el 16.12.1940 cuyo texto dice que “actos de la juventud en
defensa de la patria deben ser reconocidos para que sirvan de estímulo y
ejemplo…”. Lo organizó el Instituto Nacional del Niño con motivo del 60 aniversario
de la muerte gloriosa del que sólo frisaba los 13 años de edad ocupando uno de
los reductos. A este recordatorio
asistieron el coronel e Historiador Manuel C. Bonilla (hermano del héroe), el capitán
Manuel Bonilla, Félix Bonilla, Augusto y Clara Bonilla Rambla, familiares
directos del valiente guadalupano, tan lleno de coraje como Maldonado el de
Arica o Batanero en San Pablo.
De Bonilla, alma juvenil llamada a la perennidad, dijo en su alucución
el Dr. Manuel Salcedo Fernandini que aquél era “astro del porvenir que eclipsó
la adversidad”.
Nacido en el Callao el año 1868 fue hijo de Juan Francisco Bonilla,
quien era Chiclayo organizó el escuadrón “Huáscar” del regimiento “Rímac” que
peleó en San Juan. Al no poder estar en este contingente, el niño suplicó al coronel
Narciso de la Colina la autorización para formar parte de la brillante muchachada
del Batallón N° 6 de la Reserva. Pero dado su físico, su corta edad, lo
destinaron a la misión de aprovisionar de municiones a los combatientes; cuando
el enemigo ya está frente a los reductos, a las trincheras, coge el arma de un
caído lanzándose contra el adversario, herido continúa adelante hasta que un
explosivo, un schrapnell, lo destrozó al punto de no ser hallados sus restos.
“El Nacional” de Abelardo Gamarra, asimismo el “Catecismo
Patriótico”, del Coronel José Luis Torres, encomiaron esa existencia de arrojo,
encomiable, digna de una oda a lo Pándaro.
Matronas de Miraflores más tarde adoptaron su nombre como emblema,
inclusive la Municipalidad del distrito puso su nombre a una plaza.
Esta clase de heroicos nos hace cosechar los laureles que nos debe y
nos reserva la justicia apenas nos toque un turno en la historia, sea en ruta
de paz o en acto de trinchera por la patria o defensa de la constitucionalidad.
El otro bravo, el adolescente limeño Isaías Clivio Roca, hasta hoy
olvidado. A los 16 años de edad lo gana la eternidad en las pampas de San Juan.
Era hijo de María Luisa Roca viuda de Clivio y Kittyle, esta dama
quiso llevar a su hijo a Europa para educarlos allí, como él se resistía lo alejó
de la capital durante un año. La guerra del 79 ya estaba por estallar. Al
correr julio de 1880 huye de la casa rumbo a la Capital caminando 40 leguas.
Tocó las puertas del cuartel Santa Catalina. Desde aquí dirigirá la emotiva
carta a lo progenitora de fecha 22.12.1880, entre otras líneas le dice : “No
puedo ir a comer con usted, porque partimos en seguida para campaña… Abraza a
mis hermanitos, a abuelita, a Arturo y a todos… Si no regreso, se lo harás
presente al señor Piérola…., No llores,
ten alma grande, envíame tu bendición y adiós, adiós, adiós!”.
Soldado del escuadrón de artillería a órdenes del coronel Ezequiel
de Piérola es enviado a la segunda escuadra al mando del capitán Hernando de
Lavalle, batiéndose en Canto Grande, acá manipula un cañón de largo alcance,
así inutilizó la chimenea y timón de una nave chilena apostada en Miraflores.
Por esa acción ascendido a Cabo Segundo, grado con el que va a San Juan
llevándose el cañón como pudo hasta que lo sorprende el enemigo ordenándole la
rendición, él lo encara, desgraciadamente un jinete lo ultima, su grito de
dolor vino a ser “¡Viva el Perú!”. Nunca encontraron sus restos, mas aquel
coraje demostrado el 13.01.1881 reclama un monumento.
Así pelearon los nuestros contra Chile, de menos a más. Sin embargo,
mostrando coraje, bravura, heroismo, valor, nada de retroceder, la historia
nacional, a pesar de las traiciones, del corrupcionismo, se engrandece. Gran
decisión de aquellos inmortales que defendieron la integridad del territorio, susoberanía,
no bajando la cerviz ni dándole la espalda a la mirada clara de la patria, altar
del pueblo soberano.
De los chilenos no puede decirse que fueron como esos de la tira cómica
de Knerr: “Maldades de dos Pilluelos”. Los chilenos fueron asesinos, iguales a
los que mataron al belenita en el monte de la Calavera. Actos propios de la
peor ralea cometió Chile, ello le convenía a su oligarquía, sirviente de
Inglaterra.
A propósito de lo del 79, a principios de 1882 J. Blaine, secretario
de Estado, manifestó a la Comisión
de Relaciones Exteriores de Estados
Unidos que “la guerra del Pacífico”, declarada el 05.04.1879, era “una guerra inglesa
contra el Perú con Chile como instrumento”.
Además el presidente Garfield decidió
enviar a Arica la fragata “Lackawana” para llevar a cabo conversaciones
de paz, extrañamente un tal Charles Guiteau, abogado, lo asesinó,
desatendiéndose del asunto el sucesor Chester Arthur, un contrario a las
demandas de la FAT. Luego, hacia 1883, Mason le afirmó a su compatriota el Ministro de Marina que “El ejército de
Lima sólo lo era de nombre”. Cierto. No lo era, incluso los intereses creados
jugaron rol preponderante para que el imperio de Victoria sea el ganancioso,
interesado durante aquella época por el
nitrato de sodio, conocido como salitre, de éxito a partir de 1878, una mina
para Gibbs, J.T. North, otros del a la judía – masónica británica.
Aparte de las dos puertas de la catedral de Lima que sirvieron para
la entrada de la residencia en Kent del empresario inglés North, el salitre, el
TNT, resultó rentable negocio, la causa principal de la guerra, más para los
británicos que para los ricachos chilenos. En el diario “La Crónica” N. 10,066
del 01.01.1940 aparece un aviso relacionado al salitre, a la venta de sus
derivados, o sea, el nitrato de sodio, el abono nitrogenado, a cargo de la
Oficina Técnica del Salitre con sede en la calle Aldabas 235, 2do. Piso, Lima,
siendo los Gildemeister los Agentes Generales de la Corporación de Ventas de
Salitre y Yodo de Chile.
Tal dato prueba el interés que hubo por apoderarse de Tarapacá,
territorio peruano, aún más, de Atacama, territorio de Bolivia, al que ha
mediterranizado.
La Inglaterra victoriana, que mandó 7 acorazados situándose frente a
la costa peruana – chilena, ¿con que objeto? Detuvo al “Sócrates” y “Diógenes”
en el puerto de Southampton que el Perú había mandando construir en Alemania,
sin embargo dio pase al fabricado en su terreno, al de Chile, país que reconocería,
lo instruyeron bien, la Patagonía oriental como territorio de Argentina, así
evitó la triangulación estratégica peruano – boliviana – argentina. Otro dato,
el trato del Perú con Turquía para conseguir un blindado, lo recaudado de la
colecta popular de 1879 dio unas 200,000 libras esterlinas, en momentos que al
Perú lo afectaba la falta de crédito en el exterior, lo bloqueó Chile aduciendo
que las potencias no debían interferir en el conflicto.
¿Qué existieron traidores, oportunistas, cobardes,
irresponsables?. Por supuesto, aparte de
los espías de Chile como el falso mandarín Quintana, Nombremos a Prado,
Piérola, Leiva, Rufino Torrico, Damsey, Belaúnde, Llosa, Iglesias, muchos más.
El ex Prefecto de Arequipa, el huanuqueño Mariano Ignacio Prado
Ochoa, casado el 23.05.1865 con la arequipeña María Magdalena Ugarteche y
Gutiérrez de Cossío (hija de un alto oficial argentino, paisana de Juana Pérez
Palza e Infantas (1808 - +) de Salaverry, tuvo nexos comerciales y militares
con Chile, hasta le pagaban como militar del ejército de este país debido a su
acción contra España en 1866. Siendo presidente del Perú, de Arica partió hacia
el extranjero, en plena guerra, no regresó, aducía que el coup d’Etat de “Perinola”
se lo impedía. Dos hijos suyos, patriotas, murieron enfrentando a los del Bio
Bio.
Esta cuestión de las tradiciones peruanas entonces no las resolvía
ni el jabón que nombrara “la Chola Purificación Chauca”, tampoco los naipes
bajo las penumbras de la calle México 144- Callao o de Huaquilla 1129 – Lima de
la maga Apolonia Flor de la Quintana, hoy más incrementadas dado el
corrupcionismo al interior de todos las capas sociales, partes de clases
sociales deshumanizadas, más flacas por el mal de la avaricia que los
buscadores de las Pastillas Mc Coy preparadas de aceite de hígado de bacalao.
Según todas saben, al menos los patriotas, quienes observan el
logotipo del gobierno chileno que consta de 16 cubos con los colores de su
bandera camuflando 4 estrellas de 6 puntas, vienen a ser la de David, por ende
salta la expresión de Sión, al caer el Perú en el mar, perder este poder, los
desastres del sur, aquel enemigo, con el cual no limitábamos, concentró entre
noviembre y diciembre de 1880 unos 25,000 soldados, a los que hicieron llegar a
Pisco, Chincha, Ica, Chilca (Curayaco), Lurin, el objeto era tomar Lima,
acuerdo tomado en La Moneda, hasta se debatieron dos opciones: la envolvente
del ministro Vergara, considerando el valle de Ate por Manchay y la frontal de
Baquedano, que no aceptaba fijar a las fuerzas del Perú en San Juan, mejor
córtale las líneas disponiéndose esta última, la más sangrienta, devastadora,
cruel.
La llamada Campaña de Lima será una decisión política de Chile. Y
fue Balmaceda el que motivó al presidente Pinto que se sentía inseguro de
asumir dicha concepción estratégica. Ese Balmaceda mandatario más tarde, se
suicidió, la oligarquía chilena comenzó a combatirlo por su línea reformista,
aun fueron muertos con los cañones peruanos, robados quienes ya no eran los
“hijos” con fusiles en mano sino los obreros de las salitreras, masacre que se
dio en Santa María de Iquique a principios del 900 donde también cayeron proletarios
del Perú, sobre éstos hace mención el “Acta de Marusia”.
El año 1880 Chile perdió el “Loa” y la “Covadonga”, sucesos acaecidos
dentro del Callao y Chancay. Jóvenes peruanos las hundieron.
Otro detalle, Chile sólo bloqueó el puerto del Callao, no pudo
tomarlo a pesar del bombardeo, respondiéndole los pocos cañones de la Fortaleza
Real Felipe, una especie de Morro como el de Arica, como el Solar, erguido
frente a ese Pacífico que no debió jamás ser escenario de contiendas entre
países hermanos.
El dictador Piérola, arequipeño, cuya mente no supo combinar los
atributos del estadista con el de conductor de las fuerzas armadas, o sea,
hacer trabajar en armonía la política con la estrategia, después privilegiar a
una de ellas según las situaciones, organizó personalmente las líneas de
defensa de Lima. Pensaba agotar a Chile en la primea línea de 14 kilómetros, no
habló con la oficialidad, ignoró las lecciones de la guerra franco - prusiana;
lo criticable impidió que en San Juan intervinieron los batallones de reserva a
cargo de Suárez, unos 2,300 hombres, los 4,300 al mando del Pastor Dávila que
dejaron los cerros de Pamplona, adonde llego Lagos encontrando vacío este
lugar.
La guerra no es detener el golpe, resistir pasivamente, sino buscar
el contraataque, la sorpresa, lo que pudo darse a las 5 de la tarde en
Chorrillos, aprovechando la incontrolable situación del enemigo, embriagados
después de triunfar, producto de su bacanal fallecieron unos 400 de ellos.
Cuentan que Vergara recibió la inquietud de Manuel José Vicuña. Si
la noche del 13.01.1881 unos 4,000 peruanos los hubiesen atacado todo lo hecho
por el agresor del sur “se lo llevaba el diablo. En una hora perdía Chile todo”.
De ahí el pedido chileno de la tregua, del armisticio que después
violaron al día siguiente, pasando por encima de los garantes extranjeros,
repuestos sus soldados, porque el gobierno peruano no aplicó en Miraflores la
coordinación de fuegos, la profundidad del ataque, la maniobra defensiva para
ir a la ofensiva, el apoyo de las fuerzas, el conjunto unitario de éstas,
resultando vulnerables las defensas.
Piensa Piérola, que el ataque chileno lo haría desde Chorrillos y
desde Ate (La Rinconada, La Molina), entonces dividió en dos cuerpos el
Ejército de Reserva. El primero ocuparía los 8 reductos en “posición de
bloqueo” a partir de Armendáriz hasta Monterrico Grande. Armó la línea 2
partiendo de la quebrada de Armendáriz, afueras de la villa de Miraflores,
hacia el río Surco y Hacienda Vásquez, a Monterrico Grande, posición de 12
kilómetros, donde fueron colocados reductos o parapetos de piedra con baterías,
además de las trincheras preparadas precipitadamente para 20,000 hombres
enfrentando a un ejército que los doblabas, mejor preparados, sobre todo con
apoyo de su escuadra, bien pertrechados, etc.
El nuestro no era realmente un verdadero ejército de cuartel. Podía
decirse que fueron milicias urbanas, porque estuvieron codo a codo soldados y
civiles de todas las clases sociales, capitalinos, provincianos, desde ancianos,
jóvenes hasta niños, más las mujeres (nuestras cantineras o “rabonas”),
actuando valerosamente, tanto en San Juan cuanto en Miraflores.
Pero la primera línea partió del Morro Solar (Chorrillos), pasaba la
Hacienda Villa, a los campos de San Juan hasta Monterrico Chico. Abarcaba unos
14 kilómetros. Aquí a San Juan, donde a las 5:00 a.m. empezó la batalla,
llegaron los reclutas y soldados del sur, uniéndoseles civiles voluntarios,
quienes enfrentaron a las tropas de Baquedano (iniciador del fuego), a las 77
piezas de artillería a cargo de técnicos alemanes e ingleses, la escuadra
sureña, o sea, a los 25,000 chilenos, más de 2,000 jinetes, apoyándolos 60 cañones
Krupp. La lucha aquí fue dura, el ala derecha donde está el Morro Solar hace
una defensa tenaz, Miguel Iglesias, comanda, a los peruanos, Cáceres al ver a
Suárez le dice que apoye, aquél sigue su retirada hacia el otro frente que es
Miraflores donde a las 2 de la tarde tendrá lugar la otra batalla, reservada
para Cáceres, Suárez, Canevaro pues Iglesias Pino Arce, hacendado cajamarquino,
cayó prisionero de Chile, el que le lavaría el cerebro.
Piérola al caer San Juan deja
Chorrillos yéndose por el Camino de playa a Miraflores.
Cabe apuntar que el 13.01.1881 no fue destruido el ejército peruano,
estaba todavía en condiciones para un contraataque. Era cuestión de aprovechar
la sorpresa sobre el flanco este, desde Surco y provocaba el aislamiento del
agresor, porque Chile tenía sus flancos sobre el mar para batir a Miraflores.
Luego, con los dispersos de San Juan, los hombres de Suárez y Pastor Dávila,
los 11 batallones del Segundo Cuerpo de Ejército en el sector Vásquez – El Pino
(Agustino) desde donde pudo lanzarse a la caballería, porque en esos instantes
no había indicio de ataque por parte de Chile, el 15.01.1881 no hubiese causado
la toma de Lima, su capitulación hecha por el alcalde Rufino Torrico y parte de
la burguesía capitalina.
Canevaro con Cáceres pidieron a Piérola atacar en la noche a Chile,
aprovechando que el agresor solamente se movería, bajo la guía de los chinos
que ayudaron a cometer más tropelías. No
aceptó “el Califa” la solicitud perdiéndose
otra oportunidad de victoria echando mano de la sorpresa, factor muchas
veces necesario.
Para entender los sucesos de enero de 1881 hay que analizar el fondo
de los que estaban al frente de los hechos.
La pregunta a modo de inquisidor. ¿Donde estuvo la información? No
la hubo, faltó el sistema de inteligencia. Tampoco se organizaron las
avanzadas. Piérola dispuso que Chorrillos sea el cuartel general, Chile pudo
pues cruzar sin dificultad Atocongo, no se le dio rol activante a la estrategia
contáctica, débil la defensa del lado derecho en San Juan, inactivas mitad de
las fuerzas, no se valoró el destino respecto a una caída de la capital, y ¿por
qué no se lanzó el contraataque desde Surco sobre el flanco de las fuerzas
chilenas que afrontaban problemas con su artillería ubicada en potreros, su
caballería atascada, en los callejones estrechos, cuando los oficiales enemigos
buscaban desesperados a los suyos, 1,500 “rotos” vagando borrachos con sus
rabonas? No olvidar que los nuestros obligaron al agresor hacer cambio de
posiciones 1,500 metros a retaguardia.
Entre las muchas formulaciones cargadas de cólera: ¿Por qué el fusil
Remington de calibre 0.50 estaba cargado con el 0.45 de Peabody? ¿En que se basó
Piérola, quien asumió la responsabilidad política y estratégica de la guerra,
para mandar a sus casas a los 11 batallones de reserva, si aún Miraflores podía
resistir? No participaron los 6,000 a 7,000 hombres que exigían un puesto de combate,
tampoco la guarnición del Callao, los dispersos, a los que pudo conducírseles a
Chosica, a Canta, para llevar a cabo la resistencia en suelo serrano,
trasladando la capital al interior de la república, lo que más tarde haría
Cáceres exitosamente, “el Brujo de los Andes”, nada demonio como caracterizó un
conocido periódico capitalino al ser gobernante Iglesias “el angelito”.
Esta sétima guerra, mucho más dolorosa que las otras, donde las
potencias jugaron su partida no de rocambor, costó al Perú la pérdida del
salitre y guano, la depresión de su comercio y la producción, la destrucción de
las haciendas costeñas e ingenios azucareros, los puertos, las obras públicas;
la desaparición de la moneda, en su lugar un depreciable billete fiscal; la
ruina del crédito exterior, la desaparición de fortunas privadas, limitar con
el agresor, la mutilación territorial.
Este Período de la Posposición nos obligó a pagar la contribución de
guerra más cuantiosa que registra la historia universal: 2,350 millones de
pesos.
A pesar de toda esa calamidad sin nombre, aunque ahora puede
plantearse la Resolución N° 1514 de NN.UU. que no acepta la conquista
territorial, así haya ocurrido en tiempos de una cesión perpetua de
territorios, recordar el Tratado de Utrecht de 1702 (España – Inglaterra), el
Hay – Bunau Varillas (Panamá – EE.UU., devolvieron en el 2000 del canal), de
1903, el juicio de NN.UU. sobre los Malvinas, la devolución de Porkala a Finlandia
por parte de Rusia. Considerar asimismo
las Resolución 2625 (XXV) de 24.10.1970 y 3314 de las NN.UU, no aceptándose el
írrito Tratado de Ancón del 20.10.1883, aceptador de la conquista de Chile por
la fuerza de Tarapacá y Arica, condición inaceptable en el Derecho Internacional.
No se olvide que Chile hizo tabla rasa de la Declaración de Bélgica
y Convención de Ginebra, de 800, sobre el respeto a la persona. Ya imperaban
durante la Guerra del Pacífico.
El ícono Portales, cuya pluma exigía el papel rector de Chile en la
América del Sur, guía cada segundo a sus con ciudadanos. Pero a que precio
conseguir la presa.
Del 13.04.1863, durante el asalto francés al puente de Pitimini, un
artillero de México cae herido a causa de una granada que le llevó una pierna.
El capitán Platón Sánchez se le acerca: “Pobre de ti, amigo mío”. Responde el
combatiente: “Yo no soy pobre, mi capitán. Pobre usted que nada tiene que
ofrecerle a la Patria”. Tratabase de los 24,828 mexicanos contra los 36,00
“gabachos” (los franceses de Maximiliano) conocidos por los Defensores de
Puebla, ciudad asediada por Forey con los traidores mexicanos como el general
Leonardo Márquez.
Así pelaron los vencedores peruanos, los que tenían sangre en la cara,
el honor en el corazón, los formados con ideales superiores, en la defensa del
Perú, de su capital, sin doblegar la actitud asumida, sin miedo.
Actualmente acechan muchos peligros. Chile, al decir de don Alberto
Ulloa “es expansionista en la política, rapaz en lo económico”, la tripa del
sur no sabe de amistad sino de intereses. Y ¡ojo! Con lo dicho en 1990 por el
judío John Reed: “Perú y Bolivia desaparecerán”. Un pretexto de incendio de la
pradería, sería por el gas, el agua, la amazonia. En vano
no circulan el “Plan Andino”, el “Plan Colombia”, etc.
Parafraseando el Himno de México: ¡Peruanos!...”al grito de guerra
/ el acero aprestad y el bridón. / Mas si osare
un extraño enemigo / profanar con su planta tu suelo /”. Agregamos ya lo
nuestro: Al oír el sonoro rugir del cañón/ la corneta llamar al reducto/ unir
en un solo puño/ el gran corazón nacional/ y nunca más traidor o agresor / se
mancillar este suelo/ rico en coser ideales/ ¡Viva el Perú soberano! / con la
energía del espíritu / y la fuerza del pensar / ¡a la
cima el Perú del coraje y la esperanza!.
El 14.01.1940 en la Unión de Exalumnos Salesianos, de Lima,
asistieron tres sobrevivientes de la batalla de Miraflores: Guillermo Salazar,
Lorenzo Ríos Alvarez, Julio Enriquez (éste, un legionario del “Guardia
Chalaca”), dijo el poeta chalaco, a cargo de la elocución patriótica, don José
M. Zárate: “Nuestros heroicos soldados no han muerto… Viven en la
inmortalidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario