El exceso de tolerancia, incuba la corrupción, la nobleza de los pueblos es penetrada fácilmente por conductores políticos, sociales, corruptos de por sí, exponiendo a los ciudadanos a aceptar convivir con la desocupación y la pobreza como si fuera un determinismo imposible de superar, aceptando la dadiva y la limosna de sus propios recursos como si fuera un acto de bondad del corrupto funcionario.
No estamos expresando un concepto de ciencia-ficción, ni inventando un cuento imaginario y fantasioso, bastará con observar en la opulencia en que viven muchos representantes políticos, rodeados de servicios que disponen para sí, usando el poder otorgado por el pueblo y sumado a los disfrutes que se dan conformando los pasos de la escalera donde se montan para desde la altura ficticia sancionar y disponer en pro y a favor de ellos mismos, estafando al pueblo en sus prístinos intereses naturales de bienestar y justicia.
No estamos expresando un concepto reaccionario y beligerante, sino estamos separando el sistema democrático social de las garras de los corruptos, que cobijándose en la nobleza, y tolerancia de los pueblos, los condenan a la miseria y la pobreza, ya no solo economía, sino tan bien educacional y cultural, contratando una jauría de lobos que les gusta la carroña y el hueso dedicándose a maquillar la actitud indecente de estos aventureros y corruptos, conformándose con los mendrugos que caen de la opulenta mesa de los facinerosos, que usan todo a su favor en perjuicio del futuro de los pueblos pauperizándolos y corrompiéndolos.
No estamos expresando un concepto de ciencia-ficción, ni inventando un cuento imaginario y fantasioso, bastará con observar en la opulencia en que viven muchos representantes políticos, rodeados de servicios que disponen para sí, usando el poder otorgado por el pueblo y sumado a los disfrutes que se dan conformando los pasos de la escalera donde se montan para desde la altura ficticia sancionar y disponer en pro y a favor de ellos mismos, estafando al pueblo en sus prístinos intereses naturales de bienestar y justicia.
No estamos expresando un concepto reaccionario y beligerante, sino estamos separando el sistema democrático social de las garras de los corruptos, que cobijándose en la nobleza, y tolerancia de los pueblos, los condenan a la miseria y la pobreza, ya no solo economía, sino tan bien educacional y cultural, contratando una jauría de lobos que les gusta la carroña y el hueso dedicándose a maquillar la actitud indecente de estos aventureros y corruptos, conformándose con los mendrugos que caen de la opulenta mesa de los facinerosos, que usan todo a su favor en perjuicio del futuro de los pueblos pauperizándolos y corrompiéndolos.
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