LA
HERENCIA DE CARLOS IVÁN DEGREGORI
POR JOSÉ CARLOS AGÜERO
A cinco años de la muerte de Carlos Iván Degregori (Lima
1945 – 2011), el IEP acaba de entregarnos el último tomo de sus obras
escogidas. Estos 14 volúmenes nos dan una imagen de su enorme actividad, pero también
nos ayudan a notar algo más. Lo intelectual hoy solo parece tener valor si es
entendido como ejercicio técnico. Pensar no solo ha perdido centralidad, sino
que ha sido cargado con valores negativos, que lo muestran como algo banal,
ocioso, “caviar”. Finalmente, algo improductivo. Desalojar del espacio público
la reflexión crítica no ha sido algo casual. Ha contribuido a hacer del
presente común un espejismo de ilusiones, un mercado de egoísmos. Despojado de
ideas, tienden a imponerse la fuerza y el miedo.
Carlos Iván fue un intelectual público. Como tal, se
interesó vivamente por la marcha de la sociedad. Sus libros ahora hablan por
él: de su amor por la cultura y la política, entrelazadas. Nos hablan de su
terquedad por la educación, por la antropología y la universidad. De su duelo
personal con el conflicto armado, intentando explicar a Sendero Luminoso dentro
de nuestra historia. Y de su contribución, quizá, principal: su aporte a ese
hito que aun no podemos encarar como se debe: el de la Comisión de la Verdad y
la Reconciliación.
Escribió siempre en dura tensión con la realidad, con su
vida y con su muerte. Interesado en la política hasta el final, nos deja
artículos lúcidos y vigentes. Escribió sobre el fujimorismo y el riesgo del
poder que no quiere fronteras. Hoy que la democracia debe ser defendida
nuevamente, su ausencia se hace sentir, pero, al mismo tiempo, quizá no tanto:
muchos pueden reconocerse en su defensa de la libertad y la reflexión, y sentir
su influencia y su compañía.
Fuente: Diario "El Comercio" - Miscelánea, Domingo, 22 de Mayo del 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario