MANUEL
ACOSTA OJEDA EL ÚLTIMO BARDO
Por:
Bernardo Valdivia Merino
Hace
tiempo que deseaba, escribir esta remembranza íntima del Maestro Acosta Ojeda.
Mucho
se ha escrito al respecto debido a su sensible desaparición a los 85 años de
vida, lo conocí a corta edad en reuniones familiares, en las lágrimas de mi
padre que al escuchar las hermosas frases del tema “madre” evocaba a mi abuela
con honda emoción, es decir las letras del Maestro eran sentimiento vivo. Otras
demostraciones de su talento, como “cariño”, “ya se muera la tarde”, eran
hermosura que en palabras de Alicia Maguiña asevero. Después de Acosta Ojeda
“Pinglo”.
Acosta
Ojeda no solo era belleza letrística sino también trabajo de investigación, de
búsqueda de los orígenes de la música.
Popular
peruana en toda su variedad de sonido y matices, mucho se ha dicho sobre su
obra indagó sobre el origen del vocablo “criollo” remitiéndonos al Haití del
siglo XVII en concordancia con otro Maestro de la Literatura “Alejo Carpentier”
que en su novela “El siglo de las luces” utiliza el vocablo muchas veces.
Así,
Acosta Ojeda, une, halla similitud con la Literatura Universal en interesante
asociación.
Por
otra parte, también hay que anotar su mirada hacia la música vernacular como
Mulizas y Huaynos, descifrando sus aportes y sus valores musicales y de
identidad y su cosmovisión de la vida.
Es
decir Acosta Ojeda fue pesquisador de la música en su integridad. Desde muy
joven se interesó en la jarana criolla limeña, es autor de varios estudios
sobre las materias arriba indicadas.
Redactor
principal en la revista “Richay” director de la Revista de arte popular
“Coliseo”, así también en El Peruano, El Comercio, Oiga, Caretas, La República
y en su abundante acervo también encontró espacio, la canción de protesta poco
difundida debido a su clara orientación de izquierda y negada a ser grabada por
no ajustarse al sistema.
También
tributó homenaje al joven vate Javier Heraud en los versos del poema “Javier
vive en los aires”.
Señalaremos
apropiadamente que Acosta Ojeda en el último tramo de su vida ganó detractores
de última hora, voces, impreparadas que se atrevieron a rebajar sus opiniones
sobre todo en lo que concierne a la difusión, creación y la falta de apoyo de
los medios.
Acosta
Ojeda afirmaba con seguridad que la “Música Criolla había muerto” pese a la
supervivencia de los centros musicales, “no olvidar el caso del centro musical
callao hoy en la ruina”, capillas cerradas y lugares donde solo la nostalgia
impide solitariamente el final anunciado.
Aunque
los criollos, los pocos que quedan nieguen esta realidad y se confunda
gravemente, la predominancia de la música afroperuana, que sin dejar de ser
parte de ella y forma parte de nuestra cultura musical no es el total de su
riqueza.
¿Y
qué pasó con la belleza y con el vals criollo y su ejecución dancística?
Preguntaba Acosta Ojeda en sus últimos escritos, criterios que comparto
plenamente.
No
sabía hallar respuestas satisfactorias, pero el Maestro al parecer las
encontró. La banalidad, la falta de sustancia criolla y entidad, la falsa
creencia en la ilusión, ha permitido esta situación, al parecer irreversible.
Sin embargo, pienso que el legado de Acosta Ojeda y de su polivalente obra
servirá a las nuevas generaciones que busquen inspiración y encontrarán como
cierta las frases.
Del
Maestro: “El criollismo y su viva expresión nació en el callejón, en la
Carapulcra y el arroz con pollo”, y en una encerrona de rompe y raja, y la
nueva canción criolla y sus cantores mirarán al Maestro y pronunciarán gracias
eternas.
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